Todos sabemos de la importancia de un buen aislamiento en nuestras viviendas, pero no somos tantos lo que lo valoramos. Posiblemente sea la mejor inversión que hagamos en nuestra vivienda a la hora de ahorrar, no sólo calefacción en invierno, sino también electricidad en verano, reduciendo el consumo del aire acondicionado.
Muchas viviendas están aisladas parcialmente, es decir, tienen alguna zona por donde el calor se pierde: unas ventanas de mala calidad, mal aislamiento de suelo o techo, etc…
Este tema da para muchas páginas, así que de momento, os quiero dar unos consejos para que el excesivo calor no forme parte de vuestras vidas en los días más sofocantes de este verano:
Haz de tu casa un fortín: el calor es el enemigo y no queremos que pase a nuestro hogar, así que es recomendable tener fachadas claras o de color blanco, porque reflejan los rayos solares. Además, mantener las persianas semibajadas y las ventanas cerradas ayuda a un mejor confort. Si tu vivienda tiene orientación sur, un buen toldo nunca esta de más.
Para los amantes de la termodinámica, tened esto en cuenta: el calor se transmite de las zonas más calientes a las menos calientes; así que si en el exterior tenemos más de 27 o 28 ºC, ventanas cerradas.
Si, ya se que la gente las abre para que entre un poco de aire, pero es un engaño; para mover el aire interior, un par de ventiladores bien ubicados funcionan mejor que el aire acondicionado, además de contaminar menos y ser un gasto mínimo para nuestro bolsillo.
Abriremos las ventanas en las horas que no haya sol, especialmente de madrugada; eso refrescará nuestra casa unos pocos grados.
Si no te he convencido y te decantas por el aire acondicionado, regula el termostato entre 24 y 26° C, (si, has leído bien, nunca ponerlo a 17 o 18ºC!!, y nunca por debajo de 22° C pues consume más energía y aumenta la posibilidad de resfriados e infecciones respiratorias)manten limpios los filtros, apaga el aparato cuando no haya nadie en casa, manten cerrados los espacios en los que esté conectado el aire y, si aún es posible, elige un aparato de consumo energético clase “A”; son más caros, pero al estar subvencionados la diferencia de precio que hubiera se compensaría enseguida por la reducción de la factura de la luz.